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Deconstruyendo un rompecabezas


Hasta 1998 solo circuló una versión de los hechos, basada estrictamente en esos supuestos hechos probados de los que habla el sumario, las sentencias de la Audiencia Provincial de Valencia y las derivadas del Tribunal Supremo. Oficialmente se esbozó un hecho delictivo de índole casual protagonizado por dos delincuentes como Antonio Anglés y Miguel Ricart, los cuales decidieron raptar a tres niñas que hacían auto-stop mientras conducían por por las inmediaciones de la gasolinera Mari, en la entrada de Picassent, hasta la discoteca Coolor, situada en la salida del pueblo.

Joaquín Rodríguez Lawrance               @jrlawrance para @criminal_leaks


A continuación,  el sumario menciona el lugar donde tuvieron lugar las violaciones,torturas y vejaciones , la caseta de La Romana, escenario donde las niñas permanecieron atadas mientras los dos individuos supuestamente condujeron 14 km por un camino bacheado lleno de piedras hasta llegar al bar El Parador, en la localidad de Catadau, establecimiento en el que Ricart menciona que compraron agua, tres bocadillos y una ensalada. Inmediatamente volverían a La Romana para continuar violando a las jóvenes hasta el amanecer.  Con los primeros rayos de luz y con pico y azada en mano, ambos cavarían una fosa situada a unos 150 metros de la caseta, a la cual llevarían a las chicas a través de un sendero mientras continuaban golpeándolas. A pie de fosa les dispararían en la cabeza y las enterrarían, marchándose acto seguido en el citado vehículo. A esta versión se le añadiría poco después la hipótesis de que pudiera haber terceros implicados, de ahí la apertura de un sumario paralelo para investigar en esa dirección. En ese plano aparecerían dos nombres, el de Mauricio Anglés, hermano pequeño de Antonio, y el de Miguél Nicolas Cortona, individuo al que desmontaremos más adelante.


A partir del año 1998, se empiezan a manejar teorías diversas que insinuaban que Anglés y Ricart podrían haber actuado por encargo, ya sea en el rapto, en el enterramiento o bien en el asesinato, pero en ningún caso participando de las torturas y violaciones. También se contemplaba la posibilidad de un rapto casual por encargo de unos terceros, llevado a cabo por unos desconocidos y en el que las niñas habrían sido introducidas a la fuerza en una furgoneta y posteriormente conducidas a un lugar indeterminado donde se realizaron las torturas y violaciones. Una vertiente de esta versión añade que podría tratarse de un rapto no casual, es decir premeditado, encargado a conocidos pero por encargo de unos desconocidos.  Es posible que en este último escenario se hubiera podido contemplar la hipotética colaboración de Anglés y Ricart en el asunto, ejerciendo como vasos comunicantes pero sin delitos de sangre, pero según fuentes cercanas a las familias, las niñas jamás se hubieran subido a un coche con dos individuos como ellos. ¿Quizá demasiado suponer? Aquí emerge la figura de un sospechoso sorprendentemente blindado al que se investigó durante finales de los años noventa y del que hablaremos en este reportaje. Una de las pesquisas más sólidas a las que hemos tenido acceso es la de la posibilidad de que el gancho para el rapto premeditado de Miriam, Desirée y Toñi fuera el de una figura femenina,  una mujer conocida por una o varias de las niñas y que esta persona les hubiera transmitido la confianza necesaria como para acudir voluntariamente a un sitio a reunirse con ella para posteriormente dirigirlas hacia el lugar donde estarían esperándolas sus asesinos. Ese último escenario bien podría ser el de una casa de campo o chalet situado en una zona de acceso limitado.


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