/ ALCASSER 

Las claves de un jaque mate



Existe el convencimiento de que aproximadamente veinte días después de la desaparición de las niñas de Alcasser, la cúpula de servicios de inteligencia ya manejaba indicios sobre el lugar donde podrían aparecer las tres jóvenes. Si, Miriam, Desirée y Toñi ya estaban muertas. Un anónimo habría deslizado los detalles, no sin antes exponer sus feroces amenazas, indicando poco después donde se depositarían los cuerpos. La recuperación de los cadáveres permitiría a las autoridades poder entregarlos a sus familias  antes de que la situación se hiciera insostenible. 

Joaquín Rodríguez Lawrance              @jrlawrance para @criminal_leaks  


Las razones por las que se asumiría con resignación esté cruel final obedecerían a que supuestamente "la maquinaria estatal era insuficiente como para capturar a unos culpables cuyo nivel de recursos era superlativo". ¿Pero como es posible? De ser así, es evidente que los asesinos de Alcasser intentaron incesantemente colar su balón en patio ajeno. La reacción no se hizo esperar y el peso de la ley iba inevitablemente a caer sobre terceros cual bola de derribo, y así sucedió.  Aplacar la conmoción que recorría las hogares de todo un país era un asunto estado. Las discutibles formas de proceder en este sentido quedaran para siempre reservadas para aquellos que participaron de ellas. De ahí se entendería lo de las autopsias controladas, la identidad de los asesinos en bandeja, la celeridad de las diligencias, la omisión de ciertos testimonios, en definitiva una obsesión brutal por suturar una herida sangrante en cuyo interior quedaría por siempre la identidad homicida. Lo importante es que el caso Alcasser empezaba a recibir sepultura.

En esta misma línea, ya no sorprende por ejemplo que las horas previas al hallazgo de los cuerpos coincidieran con un sospechoso y repentino relevo al frente de la investigación. La unidad UCO volvía súbitamente a Madrid por carretera. En su lugar llegaba a Valencia un equipo de buzos de élite que casualmente fue el último en llegar al lugar del crimen. Cuanto menos raro el hecho que los “especialistas” llegaran al postre. Durante casi séis horas, bien entrada la tarde y hasta que no apareció el Juez, el escenario del crimen fue como la cola del cine. Por allí desfilaron a su antojo los colmeneros, los agentes que iban llegando, algún periodista etc…  Instantes después de la aparición de los cuerpos, Miguel Ricart fue detenido, pero tardaría diecisiete horas en confesar su participación en el crimen. Comenzó entonces a suceder algo insólito. De manera simultánea, mientras iban pasando los minutos y los forenses empezaban a manejar detalles concretos sobre la naturaleza de las lesiones encontradas en los cuerpos,  Miguel Ricart salió de su letargo mental y comenzó a narrar su película. ¿Pero por qué tardó tanto el acusado en empezar a declarar con tan sospechosa precisión? Ricart se desdijo en múltiples ocasiones y confesó que su primer testimonio fue una transcripción manipulada de la Guardia Civil, la cual no paró de propinarle innumerables palizas en los calabozos mientras se realizaban las autopsias. De esa primera declaración, Ricart solo reconoció su firma, según él lograda a base de golpes, y es precisamente esa auto-inculpación la que dio con sus huesos en la cárcel. Posteriormente aparecieron dos pelos que morfológicamente eran coincidentes con los suyos. La coincidencia de esos pelos en longitud y características así como el hecho de que se encontraran infinidad de objetos personales de Antonio Angles en los alrededores de la fosa de La Romana, fueron las razones sólidas en las que se basó el juez para cerrar el caso.

EL ESCENARIO

En contra de lo que afirma la sentencia oficial, es probable que las niñas permanecieran con vida varios días, el tiempo suficiente como para que aquellos monstruos terminaran su trabajo. Durante sus últimas horas de vida, las jóvenes fueron vejadas por varios de sus asesinos, ante los que debieron sufrir lo indecible mientras estos coleccionaban sus uñas, sus manos y sus cráneos. Miriam, Desirée y Toñi aparecieron vestidas, pero ¿Quién pierde el tiempo en vestir a un muerto? Y digo muerto porque las niñas fueron violadas ya sin vida, por tanto alguien se tomó la molestia de ponerles la ropa después. El cuerpo de Toñi apareció calzado de una manera peculiar, con los nudos de las zapatillas cambiados, de manera que al menos uno de los dos nudos se realizó frente a ella. De nuevo se desmorona la idea de que fueron encañonadas a pie de fosa, tal y como afirma la sentencia. De haber sido así resultaría imposible el abuso post mortem. La posición y naturaleza de las lesiones halladas en Desirée fueron muy concluyentes, como si se hubiese querido mostrar su tortura a uno o varios mirones. Si vamos más allá, nos encontramos con un objeto muy peculiar encontrado horas después de la autopsia oficial. Una cruz de Caravaca. ¿Dónde? Incrustada en una de las vértebras de Desirée. Ninguno de los forenses oficiales se percató de ello al no haberse practicado radiografías a los cuerpos, cosa que sí se ordenó nada más llegar el profesor Luís Frontela, encargado de realizar la contra-autopsia.  Anglés y Ricart no han pisado una iglesia en su vida y aquel enigmático objeto religioso tampoco fue reconocido por los padres de las niñas por lo que su procedencia es ajena a todos los efectos. Las ligaduras encontradas en sus extremidades también resultaron ser de una naturaleza completamente diferente por lo que es más que probable que las niñas, aún en vida, permanecieran en distinto lugares, separadas y posiblemente asesinadas en periodos de tiempo diferentes.


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