/ ALCASSER 

La crónica de una emboscada


Teorías aparte, la realidad es que para el ciudadano al uso  Miguel Ricart es hoy el único elemento tangible de los crímenes de Alcasser, pero para los que de verdad nos hemos atrevido a bucear en el barro de un asunto tabú por excelencia, en realidad la figura de Ricart se reduce a un elemento tremendamente esencial para poder desarrollar toda esta espiral de despropósitos. Cierto es que "el rubio" posee esa habilidad innata para mentir deliberadamente, lo cual aporta mucha sustancia y desconcierto a la ya de por si enrevesada historia.

Joaquín Rodríguez Lawrance               @jrlawrance para @criminal_leaks


 Estamos ante un delincuente al uso, en su momento huesped de los Anglés, a los que acompañaba en sus fechorías y bajo cuyo techo tenía cama y  comida de vez en cuando . Basta con merodear sin red por el asunto para comprobar que el cuento sobre las peripecias de Antonio Anglés y Miguel Ricart escenificó un claro capítulo de pesca selectiva y por tanto un brillante elemento distractor que caló demasiado hondo en la opinión pública española.  Por aquel entonces la pólvora mediática fue devastadora, lo suficiente como para ejercer de pantalla ante una cadena de sucesos subterráneos cuyos protagonistas aún hoy gozan de una identidad clandestina. Lo acontecido en Alcasser no fue un mero capricho de perversión sexual en manos de un puñado de chalados, ni un rito satánico, ni fruto de la masonería,  sino el resultado de un plan ejecutado a la perfección y con una evidente intencionalidad. Un vehículo para lograr un objetivo o evitar la trascendencia de algo en concreto. El modus operandi, la contundencia del mensaje y la crueldad en la ejecución no son baladí. La alargada sombra del crimen organizado planeando sobre el suceso por excelencia. ¿Quién hay detrás del baño de sangre?  Lo cierto es que aquellos tipos si se esmeraron en recoger sus casquillos y en no dejar ni una sola huella, cosa que no hicieron los iluminados que tiraron los cuerpos en La Romana, paraje convertido en un jardín de pistas que nada se correspondía con aquel inmaculado manual que emplearon los profesionales. Dos hojas de servicio bien diferentes, una aseada en extremo y otra vergonzante.  


La captación de las niñas de Alcasser no fue consecuencia de un encuentro fortuito mientras hacían autostop para ir a una fiesta de instituto, tal y como afirma la versión oficial, basada a su vez en dudosos testimonios realizados por los supuestos testigos del 13N. La realidad es que nadie de carne y hueso vio a las niñas paseándose por Picassent, ni hubo auto-stop, ni abordaje de un vehículo con desconocidos, ni discoteca. Se trata de un encuentro al que acudieron voluntariamente, no un rapto. La inquietud propia de unas adolescentes las llevó a interesarse por un asunto que olía raro pero era lo suficientemente atractivo como para generarles sentimientos bien diferentes: curiosidad, morbo y desconcierto al mismo tiempo. Las niñas cayeron en una trampa. El lugar de la emboscada está todavía por determinar, pero probablemente fuera cerca de su entorno, un sitio al que ellas pudieran acceder por sus propios medios. Pero ¿Qué les ofrecieron a cambio de acudir a esa cita sin retorno? Es importante distinguir la relación amigo-conocido. La amiga de la infancia de Desirée era Esther, conocida como la cuarta niña de Alcasser y que corrió una suerte muy dispar al encontrarse enferma aquel fatídico 13N. En su lugar, aquella tarde fueron Toñi y Miriam las que acompañaron a Desirée, la cual tenía fama de llevar la voz cantante en sus círculos de confianza. No obstante, y aunque pudiera ser ella la que inconscientemente tentara al resto para acudir  literalmente al matadero,  existe un hecho relevante, poco conocido por el público en general, pero crucial para poder empezar a de-construir el caso Alcasser. En Agosto de 1992, durante las fiestas patronales del pueblo, apenas tres meses antes de la desaparición de las niñas, Miriam fue asaltada por un encapuchado al salir del ascensor de su casa. La joven se disponía a bajar la basura cuando fue sorprendida por un desconocido con el que protagonizó un intenso forcejeo en el portal de su casa. Afortunadamente en aquella ocasión la joven  logró  escapar de su captor pero su suerte estaba echada. La hija de los García se había convertido en uno de los objetivos de esta historia. Meses después, mientras España dormía, ella y sus dos compañeras fueron masacradas a manos de alguien cuya identidad se esfumaría para siempre. 


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